El reconocimiento de los Derechos del animal: beneficios para la sociedad Por Ana Belén Bosc Es de público conocimiento el riesgo que padecemos los defensores de los derechos de los animales en el ejercicio de nuestra profesión, como es que la sociedad considere a nuestro esfuerzo, un esfuerzo frívolo. No se puede negar y tampoco quiero negar que, hoy en día, queda mucho por hacer en la lucha y defensa de los Derechos Humanos, que existe una desgarradora desigualdad e injusticia social en el mundo, que todavía no podemos ser considerados todos iguales ante la Ley, ni tener las mismas oportunidades y que los Estados muchas veces no quieren o no pueden encontrar la manera de disminuir esta brecha. Es por ello, que sea aceptable considerar que la defensa de los Derechos de los Animales sea un intento inútil de desperdiciar fuerzas y recursos, que podrían ser mejor empleados en otros campos de la sociedad que se consideren más importantes. Pero estimo que, defender el respeto del resto de los seres sintientes es extender las fronteras éticas que tenemos como civilización, más allá de nuestra especie. Dar la mano al hombre para que dé el salto desde el antropocentrismo, donde siempre se consideró el centro y razón de la naturaleza, hacia el reconocimiento y el respeto a la biodiversidad, a reconocer que los intereses de los seres humanos no deben ser preferentes al resto de las entidades no humanas. Es por ello que tratar problemáticas nuevas como lo es el estudio de los derechos de los animales, puede mejorar las condiciones ético-sociales de nuestra civilización. En contraposición podemos decir, incluso afirmar que, si se ejerce violencia y crueldad hacia un animal, conlleva generalmente a la violencia doméstica, de género y a la violencia hacia nuestros pares, formando así un ser humano agresivo hacia el mundo. Como prueba de esta afirmación encontramos a Kant en sus “Lecciones de ética”, donde el filósofo, sin considerar a los animales sujetos de derecho, va a indagar en la necesidad de que dispensar a los animales tratos crueles sería inconveniente para la humanidad misma. Kant considera que el hombre tiene deberes para con los animales, pero estos deberes no son deberes que tienen como destinatarios inmediatos a los animales, sino que son deberes indirectos para la humanidad Añado a esta afirmación, lo que nos dice People for the Ethical Treatment of Animals (PETA) acerca de que la violencia animal conlleva a la violencia entre humanos, en su artículo “Maltrato a los animales y maltrato a los humanos: cómplices del delito”. En este artículo, PETA señala que, investigaciones en el área de la psicología y criminología demuestran que las personas que cometen actos de crueldad contra los animales, no se detienen sólo allí, sino que continúan con la misma actitud hacia los humanos. A su vez, el filósofo contemporáneo Peter Singer, explica la clave de su pensamiento, la cual, afirmando lo que he expresado al principio de este artículo, es el convencimiento de que la lucha por el reconocimiento de los derechos de los animales significa ampliar nuestros horizontes éticos y morales, más allá de nuestra propia especie. Para Singer, el movimiento de ampliar nuestro espectro moral en la actualidad es radicalmente diferente al movimiento del siglo XIX. En el 1800, el movimiento de defensa de los animales se basaba en erradicar la crueldad hacia ellos sólo como forma de preservar los intereses humanos y no como movimiento tendiente a reconocer sus derechos, para no atentar así, contra la sensibilidad de las personas. Hoy los movimientos animalistas nacen desde el punto de vista de considerar que es ridículo establecer fronteras morales y éticas basadas en la misma especie, y de que no hay fundamentos válidos para mantener la distinción entre personas y animales. Ángel Pelayo González-Torre, reconocido profesor de la Cátedra de Filosofía del Derecho de la Universidad de Cantabria y actual rector de la misma, nos señala en la conclusión final de su artículo “Sobre los Derechos de los Animales”, que las claves para un triunfo animalista en estos tiempos, es la procura de proteger los animales de un sufrimiento innecesario y el cuidado del medioambiente, y que respetando al mundo natural contribuiremos a la bondad moral de todos los hombres. Finalizando este artículo y dando mi opinión personal, creo que el movimiento creciente de reconocimiento de derechos de los animales ayudará a la sociedad a desarrollar una mayor y mejor ética y moral, que permitirá disminuir la violencia social en la que vivimos, a raíz de los argumentos que PETA ha demostrado con sus informes. Ahora bien, incorporar el bienestar animal en nuestra legislación, no necesariamente implica que el ordenamiento jurídico tenga que reconocerlos como sujetos de derechos, sino al menos, reconocerlos como seres sintientes con capacidad de sufrir, al igual que el hombre. Así lo considera Kant y, también Kelsen, al hablar de este deber moral del hombre hacia los animales, sin considerarlos sujetos de derechos. Por lo tanto, se lograría un paso muy importante en el ámbito del derecho animal si los consideramos destinatarios de ciertas obligaciones jurídicas, como sucede con los Códigos Civiles de Austria, Alemania, Suiza, Cataluña, Francia, Colombia y Portugal, los cuales han logrado este paso en sus sistemas jurídicos, y dejar al porvenir la conquista que pueda desencadenar el tan anhelado fin que los animalistas poseemos, cual es considerarlos sujetos de derechos, conquista que no carecería de fundamentos, teniendo en cuenta que, en la actualidad, existen sujetos de derechos que no son personas, como sucede con ciertas entidades jurídicas. En conclusión, con el análisis realizado me encuentro en condiciones de afirmar con certeza que, logrando conquistas en el derecho animal ayudaríamos no sólo a los animales, sino a la humanidad a salir de ese antropocentrismo que nos enceguece para poder ver que hay vida y sufrimiento más allá de nuestra especie, crearía mayor conciencia y, por ende, mayor bondad social, que beneficiará en la tarea de la disminución de víctimas animales no humanas, como a víctimas animales humanas, beneficio mutuo para alcanzar la paz social y animal.